Vivir lejos de la tierra de uno, cambia la perspectiva de las cosas. Los recuerdos se vuelven más valiosos y los lugares de la infancia, más y más anhelados.
En cada una de mis visitas a Guadalajara, a pesar de los cambios y el crecimiento de la ciudad, siempre me alegra caminar por las calles del centro. Aún recuerdo mis tardes de café con las amigas, mis fines de semana con la familia después de ir a misa y de visitar a las abuelitas, y por supuesto, las noches de fiesta con los amigos luego del trabajo o de la escuela.
Como tapatía* que vive en un lugar muy muy lejano -por el momento-, estos son los lugares que me gustaría que todo verdadero explorador pudiera visitar:
- EL ANTIGUO CONVENTO DEL CARMEN
(Mejor conocido como el “ex convento” del Carmen)
En mis años de universidad, solía encontrar refugio en los pasillos de este bello lugar, y por ello es mi número uno en la lista.
Es una construcción que data de mediados del siglo XVII, y que servía como claustro para varones, pertenecientes a la Orden de los Padres Carmelitas. Actualmente es un recinto cultural ubicado en el Centro Histórico de la ciudad, sin embargo, en tiempos pasados, el convento marcaba los límites de esta. Del edificio original, solo queda una arcada que rodea un gran patio.
El convento solía estar unido al templo del Carmen del que ahora, ha quedado separado por la avenida Juárez. Desafortunadamente, en aras del crecimiento urbano, y anteriormente, debido a confrontaciones durante el periodo independentista, el edificio ha sufrido grandes pérdidas, y ha sido restaurado y modificado en varias ocasiones.
Tiene cinco salas en las que se realizan exposiciones de pintura, fotografía y escultura, y en las que también se ofrecen clases y talleres en las diferentes ramas del arte. Hay eventos musicales, literarios y teatrales. Cuenta además con una librería.
La entrada en general es gratuita, a menos de que se trate de algún taller o evento especial.
El antiguo convento del Carmen forma parte del patrimonio de la nación, y es considerado como una de las muestras que aún sobreviven del período barroco en la ciudad.
- EL PASEO CHAPULTEPEC
A pesar de que es ahora uno de los lugares más famosos de la ciudad, pues alberga gran cantidad de cafés, bares y restaurantes, no solo sobre la misma avenida Chapultepec, sino también en las calles que confluyen, era -y sigue siendo- uno de mis favoritos puntos de encuentro. Además, también ahí se hayan dos de mis librerías preferidas, y “La Estación de Lulio”, café en el que me sentaba a conversar por horas y horas con mis amigas.
A través de los años, ha sufrido varios cambios, la mayoría positivos –me parece-, pues cada vez que vuelvo se ve mejor. En las noches, no puedo creer que sea la misma ciudad en la que crecí. La música, la gente, la alegría por todos lados lo contagian a uno y lo dejan con ganas de más.
Muchos árboles, fuentes y monumentos muy bonitos y bien preservados, así como los despliegues del arte y artesanías locales, hacen de éste, un recorrido obligado. Y no solo por la comida, la música y el relajo, sino por las bellezas de la arquitectura que existe en toda esa área. Muchas casas estilo francés, te dejarán con la boca abierta, así como los cafés y restaurantes muy al estilo “hípster” que abundan en la zona. Puedes encontrar desde platillos veganos hasta tacos de todos los tipos, y gran variedad de cervezas artesanales.
- EL MUSEO DE LAS ARTES DE GUADALAJARA Y EL TEMPLO DEL EXPIATORIO
Aunque un tanto paradójico, por decirlo de alguna manera, he incluido en el mismo punto a estos dos lugares pues, en primer lugar, están separados por una calle, y, en segundo, mi visita al uno terminaba siendo mi paso al otro.
En fin, como decía mi abuelito, entre que son peras o son manzanas, el punto es que tanto el templo como el museo, son lugares hermosos y de un alto contenido cultural y artístico.
El uno, de origen laico –muy laico-, fue construido en los albores del siglo XX con la intención de servir como escuela primaria. Originalmente, eran dos los edificios que, con el tiempo, terminaron sirviendo a la Universidad de Guadalajara –por cierto, mi alma mater– para diversos fines. En el interior del edificio que sobrevivió, antes la rectoría de la universidad, ahora el Museo de las Artes, se encuentra el Paraninfo Enrique Díaz de León, que tiene en sus muros, obras del mismísimo José Clemente Orozco en las que plasmó su visión del mundo..
El otro, un proyecto iniciado en 1897 y terminado en 1972, con un carácter enteramente religioso. Es una obra atribuida al arquitecto italiano Adamo Boari, autor –entre muchas otras–, del Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.
Es una construcción de estilo neogótico, de cantera, con un bello reloj alemán que produce diferentes melodías a ciertas horas, mientras que las figuras de los doce apóstoles desfilan por el balcón. El templo cuenta con enormes vitrales e inmensas columnas que sostienen sus altas bóvedas. Por las mañanas cuando despunta el sol, o ya por las tardes, antes del anochecer, en su interior, se puede presenciar un hermoso espectáculo de luz, producido por los rayos de sol que se cuelan por los vitrales.
- LAS CUATRO PLAZAS Y EDIFICIOS ALREDEDOR DE LA CATEDRAL
Para mí, el centro histórico de Guadalajara es un todo que vale la pena recorrer, con calma. Visto desde arriba, en el centro está la catedral, y formando una cruz, las cuatro plazas principales de la ciudad: Plaza de Armas (con un quiosco al centro donado por el gobierno francés), Plaza de los Laureles (con una gran fuente al centro y el Palacio Municipal), Plaza de la Rotonda (que es un lugar cuya intención era resguardar los restos mortales de los grandes personajes de la historia de Jalisco); Plaza Liberación, la más grande de las cuatro, es una plaza larga que tiene al fondo al Teatro Degollado, tras el cual, se encuentra Plaza Fundadores (uno de los lugares en los que la ciudad se asentó en sus comienzos). Si se sigue el recorrido se llega a la Plaza Tapatía (con una gran fuente tipo espejo que culmina con el Instituto Cabañas).
Sin embargo, si no tienes mucho tiempo, por lo menos conviene que hagas una parada en:
El Palacio de Gobierno. Sus pasillos, patios y escalinatas lo convierten en un lugar mágico –no solo por los servidores públicos que ahí laboran, y por los políticos que transitan sus corredores– sino porque es en su interior que alberga “Sublevación”, uno de los murales más famosos de Orozco en el que retrata a Miguel Hidalgo y otros héroes nacionales, muy a su estilo, dejando ver lo que en realidad él creía acerca de la sociedad en la que le tocó vivir.
El Instituto Cabañas “Hospicio Cabañas”. Como su nombre lo indica, este edificio fue creado con la finalidad de dar hospicio a huérfanos, ancianos y enfermos. Construido a principios del siglo XIX, forma parte del patrimonio cultural de la humanidad desde 1997, y cuenta con cincuenta y tres murales de Orozco, uno de ellos, el que es considerado como su obra más importante, “El hombre de fuego”, de 1939 y que todo visitante debe mirar acostándose en una banca, pues el mural se halla a veintisiete metros del suelo en la cúpula de la capilla mayor del hospicio. Es una obra cruda, que sin lugar a dudas lleva a la reflexión.
El quinto lugar del que hablaré, está en mi lista, no porque lo visite continuamente, sino porque a mi parecer, y luego de vivir en diferentes partes, he visto que, conociendo el panteón de un pueblo o ciudad, se puede conocer mucho sobre la forma de ser de esa sociedad.
- EL PANTEÓN DE SANTA CLARA O PANTEÓN DE BELÉN
Este es ya un cementerio en desuso, en realidad, su tiempo activo fue muy corto. Actualmente es un museo considerado como patrimonio arquitectónico de la nación.
Construido en 1848 es un muestrario de la arquitectura funeraria de diversas épocas. Así mismo, el panteón está lleno de historias y leyendas que forman parte de la tradición local. Todo el año tiene recorridos, pero los mejores son los del mes de noviembre, por las noches.
Así termino mi breve lista. Ojalá tengas la oportunidad de visitar Guadalajara, conocida durante muchos años como la Perla Tapatía, la Perla de Occidente o la Ciudad de las Rosas.
*“Tapatíos” son los nacidos en Guadalajara. Es un término que viene desde la época colonial, y con orígenes debatibles. No obstante, todos los que nacimos ahí, nos sentimos orgullosos de ser llamados así.
Fotografías de Ramiro Rodríguez