A menos de 150 kilómetros de los Himalayas, escondido entre cuatro sierras montañosas, se encuentra el Valle de Katmandú. Aquí, la capital de Nepal, conocida también como la Ciudad de los Templos, ha sido por siglos una ciudad donde se respira armonía y tolerancia. Alguna vez sirvió como una parada comercial importante en la Ruta de la Seda, lo que la convirtió en la puerta que une al subcontinente indio con Asia. También se encuentra en el camino al Tíbet desde la India.
Gracias a esta posición geográfica, en Katmandú se aprecia una mezcla de culturas única, donde conviven las religiones budistas e hindús. Katmandú se popularizó en los años 60s entre muchísimos occidentales que se sintieron atraídos por esta diversidad espiritual, y se volvió en el destino perfecto para todo viajero hippie. Si tú también estás buscando aprender más sobre estas religiones, introducirte en la meditación y conocer a algunas de las personas más cálidas y pacíficas, ¡Katmandú es el destino perfecto para ti!
Nosotros comenzamos nuestro recorrido por la ciudad visitando la estupa de Swayambhunath. Las estupas son complejos budistas que almacenan reliquias. Ésta en especial, en la cima de una colina, es famosa por los monos que habitan en sus alrededores. Después bajamos para recorrer la Plaza Durbar, donde caminamos entre varios templos hindús y conocimos el Palacio Ghar.
Dentro de este palacio tuvimos la oportunidad única de ver a Kumari, la diosa viviente de Katmandú, saludándonos desde su balcón. Kumari se considera la reencarnación de la diosa hindú de la feminidad. Es seleccionada entre varias niñas de la casta real y vive en el palacio hasta que comienza la adolescencia, cuando la diosa abandona su cuerpo en busca de una nueva Kumari más “pura.”
Nos dirigimos a las afueras de la ciudad para conocer Boudhanath, una de las estupas más grandes en el mundo. A sus alrededores se han asentado muchos budistas refugiados del Tíbet, e incluso pudimos entrar a conocer el monasterio que se encuentra frente a ella.
En la periferia de la ciudad también fuimos al templo hindú de Pashupatinath. La mayoría de este complejo está cerrado para los turistas, pero puedes cruzar por el pabellón principal para llegar al otro lado del río Bagmati. Desde aquí, si tienes el estómago para aguantarlo, puedes observar las piras funerarias y las cremaciones que se llevan a cabo todo el día junto al río sagrado.
A menos de media hora de la ciudad de Katmandú, todavía dentro del valle, hay otras dos ciudades que no te puedes perder: Patan y Bhaktapur. Con innumerables templos, son lugares perfectos para caminar y ver la arquitectura tradicional antigua de Nepal. Nosotros pasamos medio día en cada una, y nos dio tiempo suficiente para entrar a todos los sitios de interés en ambas.
¡Finalmente, algo que no podíamos dejar pasar era tomar un avión para sobrevolar los Himalayas y ver de frente el famoso Monte Everest!
Fotos Mariana Arámburu