Ser azafata es uno de los trabajados codiciados por el público, considerado como glamuroso, elegante y de prestigio; así nos veía un porcentaje del público antes de la pandemia, otros nos tenían por una simple mesera, pero ahora somos el bicho raro a evitar por el alto riesgo de ser portadores del virus.
Ser azafata va más allá de la belleza física, de los tacones, las minifaldas, la corbata y el maquillaje, detrás de este lindo traje de “súper héroe”, se esconde una persona como todos ustedes y con las mismas necesidades.
El entrenamiento requerido por cada aerolínea es diferente, pero en el fondo todos estamos entrenados para lo mismo, seguridad 100%, servicio al cliente es un plus; lo que la gente no sabe y no ve porque siempre nos ven con una sonrisa gigante ofreciendo comida y bebidas.
La complejidad del oficio
Sin duda alguna es uno de los empleos más complejos y de los entrenamientos más completos cubriendo varias profesiones; bomberos, enfermeras, policías, chefs, meseras, bar tender… Estamos entrenadas para apagar incendios, arrestar pasajeros agresivos, atender una emergencia médica, evacuar un avión en 90 segundos en caso de emergencia, ayudar en un parto, calmar al público en una emergencia, consolar las victimas en caso de un deceso a bordo, contestar todas las preguntas posibles en un vuelo, hacer caber las 200 mil maletas que llevan los pasajeros, intervenir y solucionar conflictos, promover seguridad e integridad del vuelo, mantener el control y la calma en la cabina, actuar con rapidez durante turbulencias y despresurización; lidiar con borrachos, piropos, insultos; enaltecer la imagen de la empresa, vestir el uniforme con orgullo y glamour, sonreír en todo momento, dar confianza y crear fidelidad.
A esto se le suman muchas más tareas, como garantizar la limpieza de los baños y la cabina, contestar las llamadas de los pasajeros, servir bebidas adicionales, recoger basura, dar asistencia a las personas discapacitadas y ofrecer el servicio de agua con frecuencia.
Pero desafortunadamente lo que la mayoría de gente ve es alguien que sirve, café, comida, agua y snacks en un carrito sanduchero.
La afectación por el COVID-19
En medio de todo este caos y la pandemia nuestra industria al igual que tantas se vino al piso, ahora somos millones de azafatas alrededor del mundo que no vamos a tener empleo en los próximos meses. Aunque algunos sigan volando para llevar repatriados a sus hogares arriesgando su salud por llevarlos a ustedes señores pasajeros sanos y salvos de regreso.
Mi invitación es pues, si nosotros los estamos llevando de regreso a casa por favor quédense allí, no viajen más, si no es un caso de urgencia. A pesar del cierre de fronteras la gente sigue volando con niños menores de dos años, mascotas, ancianos y hasta personas en silla de ruedas, seamos más responsables y precavidos al viajar, tomemos las medidas de seguridad y sigamos las normas de prevención del virus.
Como tripulación no podemos rechazar hacer un vuelo, no podemos ejercer nuestro derecho a no tomar un “dangerous work”. Créanme, los gobiernos nos han declarado exentos de tomar la cuarentena aun si hemos volado fuera del país porque somos una profesión de servicio. No suena muy alentador para nosotros, pero nuestra responsabilidad es traerlos de regreso.
Con profesionalismo seguimos yendo a cumplir con nuestro trabajo, ofreciendo seguridad y transporte a los ciudadanos que siguen volando. Nuestras sonrisas han sido puestas forzadamente tras un tapabocas, nuestros miedos encapsulados en una cabina a 35 mil pies de altura y debajo de capas, la mirada oculta tras gafas de protección y el manicure se perdió bajo los guantes, al igual que la resequedad de las manos de tanto lavárnoslas, de limpiar con “wipes” y “hand sanitizer” las superficies.
Cuando dejemos de volar
¿Qué pasará cuando hayamos acabado de transportarlos a todos?, nos vamos a la casa y se acabaran los viajes, las salidas a restaurantes y la rutina o si se contrae el virus nos iremos a un hospital, nadie te podrá visitar, no habrá rosas, ni chocolates, entonces ya no seremos más los guardianes de las alturas, pasaremos al encierro, recibiremos una ayuda económica y estaremos más solos que nunca en un “layover” indefinido dentro de tu misma ciudad, pero sin viáticos.
Amo volar, amo mi trabajo, me encanta conocer gente, visitar y descubrir sitios diferentes, pero en estas condiciones actuales he tomado la decisión de hacer una pausa temporal aprovechando que la empresa nos dio esta opción de voluntariamente recibir la ayuda laboral.
Estoy escribiendo desde mi corazón, de mi experiencia y la de muchos de mis colegas; amamos lo que hacemos y por eso queremos compartir el tras bambalinas de la situación en nuestro gremio.
Estos meses sabáticos los dedicaré a retomar energías, cambiar hábitos, cuidar mis plantas, leer un árbol, sembrar un libro, pedalear un globo y volar una bicicleta.
Somos Ángeles en las alturas, pero no súper héroes.
“Querido lector, cada que monte en un avión piense que detrás de esa cara bonita, esa sonrisa amable y ese uniforme de mini superhéroe hay un ser humano con las mismas necesidades que usted.
La vida de las tripulaciones es especial, es una profesión que no todos están diseñados para ejercer; los cambios de rutina, los descansos, los cambios de zonas horarias, la falta de calidad del aire, el trabajo físico y el confinamiento es una prueba de valor para mucha gente.”
Gracias por leerme.
Autor: Azafata Anónima.
Foto CBC