por Blanca MOREL
El diálogo en Nicaragua quedó en suspenso este domingo luego que la oposición exigió al gobierno del presidente Daniel Ortega «muestras contundentes» de querer resolver la crisis que vive el país, liberando a los presos políticos y cesando la represión.
La delegación opositora «retomará su asistencia a la mesa de negociación una vez que el Gobierno de Nicaragua brinde al país muestras contundentes para encontrar soluciones integrales a la crisis», informó la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD) en un comunicado.
La oposición condicionó su regreso a las conversaciones con el gobierno iniciadas el 27 de febrero a la «libertad de presos políticos» y el «cese de la represión y los secuestros» contra las personas que participaron en las protestas contra Ortega el año pasado.
Asimismo, exige el «cese del hostigamiento a los familiares de los detenidos» y «el respeto de estándares internacionales para el tratamiento de los presos políticos, incluyendo la prohibición de tratos crueles, inhumanos y degradantes» y que les brinden asistencia médica, señala la declaración.
Al menos 335 muertos, más de 700 detenidos y miles de exiliados dejó la represión a las protestas que estallaron en abril del año pasado contra el gobierno a causa de una reforma al seguro social, que luego se transformó en una demanda de salida de Ortega, en el poder desde hace 12 años.
Entre los detenidos hay dos periodistas, en tanto que un grupo de ocho opositoras presas en encuentran en huelga de hambre desde el 27 de febrero, sin que se conozca su estado de salud, entre ellas la líder estudiantil belga-nicaragüense Amaya Coppens.
La alianza, integrada por representantes de los empresarios, estudiantes y organizaciones civiles, tomó la decisión tras el rechazo el viernes de la jerarquía católica de participar en el diálogo. Tras ese anuncio, la oposición dijo que el reconsideraría su regreso a la mesa, dejando el diálogo en un «impasse».
El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Leopoldo Brenes, reiteró este domingo que no reconsideraran su salida del diálogo. «Cuando tomamos decisiones no la tomamos alocadas, son reflexionadas, compartidas», afirmó el líder religioso.
La Iglesia católica intentó mediar en mayo pasado un diálogo entre gobierno y la oposición en medio de las violentas protestas, pero el esfuerzo fracasó un mes después debido a la represión gubernamental.
– «Agua al cuello» –
A juicio del sociólogo y académico Cirilo Otero, Ortega regresó a la mesa de diálogo porque tenía «el agua hasta el cuello», ante la prolongada crisis política que ha llevado la economía a pique.
Según el canciller Francisco Aguirre, el mandatario reanudó las platicas con sus opositores a raíz de la visita que le hiciera en enero Michael McKinley, principal asesor del secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.
La visita se produjo después de que el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, dijera que Ortega tiene los días «contados».
Otero consideró que las condiciones que pone la ACJD para retomar las pláticas son una «reacción» al anuncio del gobierno.
En efecto, la ACJD dio a conocer sus condiciones luego de que Ortega publicara el sábado su agenda de discusión, en la que descarta adelantar las elecciones de 2021, una de las principales demandas de sus adversarios.
El gobierno ofreció fortalecer el sistema electoral, actualmente en manos del oficialismo, mediante una reforma con el acompañamiento de la Organización de Estados Americanos (OEA), y liberar a los opositores que aún no han sido juzgados.
En el caso de los manifestantes que ya han sido procesados por «terrorismo» y otros delitos atribuidos a su participación en las protestas, el gobierno ofrece revisar «sus expedientes» para evitar «impunidad», según el texto.
Pide además suspender las sanciones internacionales contra Nicaragua, en alusión a una ley aprobada por Estados Unidos en diciembre que limita el acceso de Managua a créditos multilaterales y posibles sanciones de la Unión Europea.
A las presiones se sumó el anuncio en diciembre del secretario general de la OEA, Luis Almagro, de impulsar la aplicación de la carta democrática a Nicaragua, que podría conllevar la expulsión de Nicaragua del organismo regional.
De su lado, la oposición exige discutir en la mesa de diálogo un proceso de democratización, que incluye adelantar las elecciones, reformas al aparato estatal que está en manos de funcionarios afines o miembros del gobernante Frente Sandinista (FSLN).
Asimismo, acusa a Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, de instaurar en Nicaragua una dictadura marcada por la corrupción.
El gobierno, en tanto, atribuye las protestas a un fallido golpe de Estado, con la participación de Estados Unidos.
Una delegación de la OEA, encabezada por Luis Ángel Rosadilla, tiene previsto llegar a Nicaragua el lunes para analizar su eventual participación en el diálogo, informó el sábado el gobierno.
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